Se trata de la madrileña, Ana Jessen, que se encarga de resucitar los textos plasmados sobre el papel que han sufrido las heridas del paso del tiempo por causa de tantas manos que tocaron sus delicadas páginas para disfrutar de la lectura.
Esta mujer se ocupa desde 1990 de dar clases y talleres de encuadernación en su ciudad, considerando a ésta práctica como un arte. Los cursos son para 4 personas con la idea de poder hacer un trabajo riguroso con cada uno de ellos, para que comprendan cuál es la manera más óptima de llevar a cabo ésta profesión que tiene que ver en gran parte con una vocación y un amor a la literatura inconmensurable. Considera cada uno de sus trabajos como un nuevo desafío donde debe valerse de la minuciosidad en su mayor esplendor, y cada resultado, gracias a su plena entrega, le genera una satisfacción distinta.
La mujer, afirma que en su experiencia como ‘’sanadora de libros’’ su mayor lucha es por un lado, contra los insectos y roedores que se encargan de arruinarlos y por el otro lado, contra el mal uso de las personas que a veces inconscientemente no los valoran cuando los tienen en frente. Comenta que “no hay que desmontar el libro: solo limpiar, injertar piel y restaurar los broches que lo cierran” para que vuelva a ser como en sus comienzos.
El proceso y la búsqueda de los libros a reparar lo lleva a cabo poniéndose en contacto con las bibliotecas que poseen textos que se prestan u alquilan, por ende, suelen tener un nivel de deterioro alto y debe buscar la financiación suficiente para cubrir los gastos ocasionados por su trabajo, los materiales, los seguros y los impuestos aplicados. Así, los libros llegan a su taller en transportes especializados en obras de arte, envueltos en papel de seda y burbujas por la misma Ana, que quiere cuidarlos desde todos los puntos de vista. Cuando los mismos llegan a su espacio se encarga de analizar el stock para registrar un específico estado de cada uno de ellos, aclarando qué mal sufre cada uno y, en base a esto, toma la decisión de qué medida empleará para lograr su pronta recuperación. Cuando su labor concluye, documenta los efectos en informes donde incluye fotografías del antes y el después.
En el diario virtual El País Semanal, le explica a la Licenciada Cebrián con quien está realizando la entrevista, que “siempre hay que dejar ver qué está restaurado y qué es original, y la estética de la restauración siempre tiene que ir en consonancia con el libro” y de esta forma hace que las obras renazcan como joyas culturales.
Los libros, además de aportar información, abren la mente a todo aquel quien decide sumergirse en el mar de palabras que ellos ofrecen. Somos lo que leemos y, por eso, se le debe dar suma importancia al cuidado de los libros, puesto que nos forman como seres y nos llenan de sabiduría.
Fuentes: ElPaís, AnnaJessen