Rosa Guizzardi de Río Negro adoptó a Pablo, y ahora conviven realizando proyectos sustentables.
Rosita Guizzardi es una maestra de 52 años, Pablo Liberini tiene 40. Él tiene Síndrome de Down y quedó huérfano a causa de la avanzada edad de sus padres. Ella fue la maestra de Pablo hasta la adolescencia, pero desde aquel entonces, su relación de cariño trascendió al ámbito educativo y fue cada vez mayor. A pocos años de la jubilación de Rosa, nunca imaginó ser mamá por tercera vez. Hoy es una gran historia que contar.
Cuenta la historia…
Se conocieron en la escuela especial a la que concurría Pablo. Cuando él creció, compartieron momentos en un taller de floricultura. Allí construyeron un invernáculo donde juntos abrieron camino al cultivo de flores, la confección de macetas y abono. Pablo llegaba a la casa de sus papás y siempre hablaba de su maestra.
“La relación creció tanto que compartimos muchos cumpleaños, momentos felices, veranos en Playas Doradas. Cuando mi hija cumplió los quince, el primero que bailó el vals con ella fue Pablo”, recordaron Rosita y su hija Cintia.
Los padres de Pablo tenían una avanzada edad, por lo que decidieron contarle a su hijo que ellos en algún momento no vivirían más. En ese momento, Pablo no dudó y les pidió que cuando eso pasara, quería tener una nueva mamá: su profesora Rosita. Después de quince años, murió la mamá de Pablo, Sara. Desesperado, su padre empezó a averiguar qué haría con su hijo, dado que él ya era un anciano. A través del Juzgado de Familia dejó la curatela de Pablo a Rosa. Siete meses más tarde, murió.
En cuanto a familia de sangre, él tiene un hermano que vive en Italia y dos tíos que viven en Buenos Aires. Quedar huérfano y cambiar de ciudad iba a ser muy doloroso para Pablo, y ante esta adversidad, su maestra decidió tener uno de los gestos más grandes del ser humano y lo adoptó.
Hoy, Pablo mantiene una vida muy activa. Pasa sus días entre la cocina, el arte y los emprendimientos sustentables. Sentado en una hamaca, frente al portaretrato de sus padres, suele pensar en ideas para llevar a cabo con Rosa.
Realizan lo que llaman “pisotapita“, es decir, realizar baldosas para el hogar con tapitas de gaseosas. Y, además, hacen sobres de papel con revistas para regalar a kioscos y que no se entreguen bolsas de nylon.
El sueño que tenía Pablo era tener su fiesta de cumpleaños de los cuarenta, como tuvo su amiga Florencia —una compañerita de la escuela especial—. “Quería una fiesta. Hicimos un esfuerzo y armamos una linda fiesta en febrero de este año donde estuvo hasta su hermano Atilio”, cuenta muy contenta Rosa.
Fuente: La Nación Argentina.
Fuente foto: RioNegro.com.