La ciudad, en donde edificó escuelas, casas, clubes y hogares, recibió el nombre de Akamasoa.
Akamasoa significa en lengua malgache “Los buenos amigos”; el Padre Pedro eligió ese nombre como símbolo para la Asociación Humanitaria de Akamasoa, ya que necesitaría la colaboración de muchos buenos amigos para llevar a cabo ese hermoso proyecto.
Su intención siempre fue ayudar a las personas que vivían en el vertedero de Andralanita y en las calles de la capital que veía día a día. Deseaba ofrecerles un hogar donde transitar la vida y un trabajo digno, para que ninguno de sus derechos fuera vulnerado. Hoy en día la ciudad cuenta con 18 barrios, tres mil casas construidas, 13 mil niños escolarizados, colegios, clínicas médicas, centros de acogida, centros deportivos y espacios de trabajo para las personas mayores, constituidos con mucho esfuerzo y dedicación.
Pedro comenta que “son 25 mil personas que viven continuamente una vida cruda pero Dios los prepara para una misión, ya que nada es casual”. “Antes de dormir saludo a los guardianes, ellos nos protegen.“, agrega.
Su principal objetivo en la vida es luchar contra las desigualdades e injusticias que rondan el mundo. No hay dudas de que, a través de sus acciones, demuestra eso y mucho más. El cura afirma que la felicidad está en “aprender a vivir la vida como un regalo y con alegría”. Una persona inspiradora y luchadora, que nos enseña el valor de compartir.
Fuente: La Voz.