Nuestras actitudes y pensamientos son los que definen nuestro bienestar, es por eso que debemos mantener una mente positiva para beneficiar nuestra salud.
Con el paso del tiempo y a medida que crecemos, vamos perdiendo la alegría, el entusiasmo y el asombro por lo que nos rodea. Nos enfrascamos en nuestros problemas y olvidamos lo que nos hace bien. El cuerpo y la mente son uno, por tanto si alguno de los dos no funciona, el otro se verá afectado.
Para tener una vida sana y más feliz debemos cuidarnos tanto por dentro como por fuera, lo ideal es adquirir ciertos hábitos como hacer ejercicio, comer saludable, tener pensamientos positivos y soñar en grande para siempre estar motivados. El Licenciado Daniel Wengrovsky, coordinador de la Secretaría de Extensión del Sanatorio Adventista del Plata, compartió algunas actitudes que debemos implementar en nuestro día a día:
-Estar alegres: aun cuando tenemos días difíciles, llenos de estrés y de problemas, nada ni nadie te puede quitar “la alegría de vivir”. Debemos tener una postura positiva frente a la realidad y esto ayudará a mantenernos saludables y con mejor ánimo.
-Tener vínculos saludables: estar en compañía de otras personas es necesario para desarrollarnos como seres humanos, pero ese vínculo nos debe nutrir, ser un apoyo. Nunca es aconsejable estar solo cuando pasas un momento difícil. El individualismo no es sano, los vínculos nos humanizan.
-Higiene mental: constantemente debemos limpiarnos, sacar toda acumulación de pensamientos y sensaciones tóxicas, que nos dañan internamente. “El diario vivir va acumulando en la mente la suficiente cantidad de tristezas, preocupaciones y temores como para ir minando nuestro estado de salud emocional”, comentó el licenciado. Por este motivo, debemos incorporar el diálogo por medio de una conversación comentar lo malo del día, las preocupaciones, las desilusiones porque es normal que nos sucedan, pero nos hace mal callarnos.
-Ayudar a los demás: el poder ayudar a otras personas hace que nos ocupemos de sus necesidades y problemas, de esta forma perdemos la atención en nosotros y luego de hacerlo nos sentimos plenos, satisfechos, con una gratificación personal.
-La confianza: la fe en nosotros mismos y en las cosas que hacemos es fundamental en la vida. “La economía, la política, la superación personal, el alcanzar nuestras metas, el vencer nuestras limitaciones, las relaciones humanas; en todas estas actividades y en otras tantas se requiere de la confianza”, dijo Wengrovsky. A medida que empezamos a confiar en nosotros mismos, empezamos a confiar en los demás. Cuando construimos relaciones humanas basadas en la confianza, la vida tiene una sustentación emocional. La confianza en nosotros y en nuestros proyectos debe estar siempre, aun cuando se haya debilitado por circunstancias de la vida, si no ponemos nuestra energía y en fe en cada cosa que desarrollamos, es muy probable que fracasemos.
Fuente: Clarín.