Es aplicado por un joven profesor que propone volver a la enseñanza tradicional en contra de las teorías libertarias modernas.
Jérémie Fontanieu es un joven de 25 años que enseña a alumnos de los últimos años de colegio valiéndose de un método que revoluciona, no por lo novedoso, sino por lo tradicional. Es profesor de Ciencias Económicas y Sociales y su meta es que todos los estudiantes aprueben el bachillerato, sin importar su extracción social —en Francia, el bachillerato no se obtiene como en Argentina aprobando todas las materias, sino mediante un examen final—.
Fontanieu propone una enseñanza a la “vieja escuela”, es decir, exigente, con mayor disciplina, donde se premie el esfuerzo y se realicen evaluaciones regularmente. Un tipo de enseñanza que la pedagogía moderna ha decidido dejar de lado, sustituyéndola por técnicas más “libertarias”, pero que han probado tener un bajo rendimiento en las pruebas PISA. El Informe PISA o Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes (por sus siglas en inglés: Programme for International Student Assessment) es un análisis del rendimiento de estudiantes a partir de exámenes que se realizan cada tres años en varios países. Tanto Francia como Argentina son países cuyo rendimiento académico retrocede cada año, según el informe.
Fontanieu señala a varios responsables en este retroceso. “Por un lado están las desigualdades sociales, el racismo, la discriminación; parte del fracaso escolar se debe a la sociedad, innegablemente”, explica en un entrevista radial. “Pero también hay una parte muy importante que es la responsabilidad individual, qué hacemos con nosotros mismos”.
En el liceo observó “mucho abandono y resignación en chicos que sienten que están condenados al fracaso y entonces no estudian“. Ahí es donde debería intervenir la escuela, pero esta responsabilidad muchas veces es eludida bajo el lema de la no coerción y la libertad de los alumnos.
El método que aplica Jérémie no es nada novedoso: se trata de hacerlos “trabajar”. Tolerancia cero ante la indisciplina, pruebas semanales, no regalar nota. Si al alumno no le va bien en el colegio llama a los padres. Sin embargo, muchas veces estos estudiantes no tienen apoyo familiar, lo que dificulta que hagan la tarea o estudien. Fontanieu controla los avances semana a semana.
“Soy pragmático, no tengo ideología. Les meto presión a los alumnos, grito, llamo a los padres”, dice. “Una calificación dura, semanal, un punto descontado por cada respuesta incorrecta: eso funciona como electroshock para alumnos acostumbrados a zafar con una nota media. Al cabo de un tiempo, si no estudian, les pido a los padres que los priven de salida un fin de semana o que les quiten el celular“.
Su metodología de enseñanza puede parecer muy dura para quienes todavía no lo conocen. “Al comienzo, mis clases son la colimba, y yo tengo reputación de nazi, reaccionario, profe horrible… Pero de a poco empiezan a interiorizar la norma y le toman el gusto porque ven que cuando estudian tienen resultados. De a poco se afloja la presión y pueden volar por sí mismos. La autonomía se conquista de a poco“.
Los estudiantes, que al principio protestan contra su rigidez, al cabo de un tiempo terminan convirtiéndose en sus mismos defensores. Sus testimonios lo comprueban. “Tenemos un espíritu colectivo y pensamos mucho en los demás, deseamos realmente que todos lo logren“, dice Anaïs, una de sus alumnas. “Estamos muy unidos –dice Farah–, nos ayudamos unos a otros. Somos solidarios, queremos lograrlo todos, no individualmente“.
Si el método da resultados a Fontenieu, le gustaría que se extienda a otras escuelas. “A los alumnos del último año les digo que estamos haciendo algo que nos supera, y que si mañana logramos que los 35 aprueben, o sea 100% de eficacia, esta experiencia podrá replicarse“. Quiere que investigadores y expertos vengan a ver su clase y “respalden esta escuela del éxito basado en la certeza de que todos pueden lograrlo negándose a seguir los caminos que la fatalidad les ha trazado“.
La “pedagogía de la exigencia” busca superar el pedagogismo constructivista, que sostiene que el alumno construye su saber y que los profesores no son dueños del conocimiento. Esto deviene en la perdida de legitimidad del profesor y un relajamiento de la disciplina. “Los estudiantes que apuestan en mayor medida al trabajo que al talento obtienen mejores puntajes en las pruebas de matemática“, explica Andrea Schleicher, responsable de Educación en la OCDE, y redactora del último informe PISA.
Para Jérémie el que estudia obtendrá resultados, no importa a qué estrato de la sociedad pertenezca. “La pereza es el núcleo de la reproducción social”, dice, citando al académico Pierre Bourdieu. “Sin esfuerzo, asistimos a la autodestrucción de sus vidas por parte de pibes de 15 años“.
Hay otro motivo que acerca a este profesor a los marginados suburbios parisinos, y es el hip hop. Esa música de “dimensión sociológica interesante” lo llevó a querer conocer como era la vida en este sector de la sociedad. Uno de sus temas preferidos es Banlieusards (algo así como suburbanos) de Kery James, cuyas letras hablan de la educación y el progreso de los pobres.
Fuente: Infobae.
Fuente Foto: Inmigración About, Cahiers-pedagogiques.